Santa Lucía, la noche del fuego.

El 12 de diciembre por la noche, víspera de Santa Lucía, abogada de la vista, se llenan las calles del pueblo con el olor a boja burrera quemada.

Son las lumbres de Santa Lucía.

El humo de boja burrera, pegajoso y aromático, servía para librarse de los problemas de la vista durante el resto del año.

Cuando el fuego ha consumido el montón de bojas los más atrevidos saltan por encima del rescoldo, unos con un palo a modo de pértiga, otros sin nada, a veces haciendo trampa por el lado más estrecho. No siempre sale bien y, a veces, el olor a goma quemada del calzado del saltarín acaba llenando el ambiente.